viernes, 6 de julio de 2018

Adiós

Se había perfumado como hace mucho no lo hacia, llevaba puesto su mejor traje y aquel día decidió  sacar de los recuerdos esa sonrisa sincera que llevaba mucho tiempo sin usar, su cabello perfectamente peinado, los zapatos lustrados y su alma al descubierto, era una noche especial y solo faltaba ella.

Entonces entró, su sola presencia hacia mas bello el lugar, él no podía dejar de observarla, llevaba aquel vestido rojo que siempre le encantó, ese que le permitía hacer volar la imaginación sobre el secreto de esas curvas, y dejaba al descubierto un lunar hermoso, ubicado justo en la clavícula, la misma clavícula que besó en repetidas ocasiones.

Escribió tantas veces sobre ella, fue su musa en las noches lluviosas, ella constantemente era arte, él no siempre fue artista, ella era una melodía de piano dulce e indescifrable, él un radio viejo que no producía mas que estática, ¿estaba seguro de lo que iba a hacer?.

¡Su corazón latía tan deprisa!, sus manos sudaban y sentía un frío terrible en los huesos, de pronto sonrió y, al mismo tiempo, una lagrima brotó de su ojo derecho -maldito traidor- pensó, aquella lagrima lo puso al descubierto, lo hizo frágil, justo delante de la persona que siempre lo había echo un poco mas fuerte.

Sintió la mano de ella recorrer su mejilla, su cuerpo se erizó, ¿entonces así sería el final?, supo que el día en que la muerte viniera por él, no estaría sorprendido porque esta noche él ya estaba experimentando lo que es morir un poco, intentó decir algo pero en su mente había tanto y en su corazón tan poco que le fue fácil entender que no valdría la pena el esfuerzo, en ese momento el no seria capaz de hablar.

Ella parecía entenderlo todo, no mencionó nada acerca del asunto, decidió continuar con su velada, como si esta fuera una mas de tantas, él no podía dejar de pensar, de sentir que estaba en el funeral de un amor que durante mucho tiempo creyó inmortal.

A los ojos del resto, ellos eran una pareja feliz, comían, recordaban y reían, pero la dolorosa verdad era que esa sería la ultima cena juntos, la gran despedida, un adiós pactado en común acuerdo y con anterioridad, dos almas que fueron una y se soñaron siempre una al lado de la otra, salieron de aquel lugar y él la acompañó hasta su casa, cuantos secretos, lagrimas y besos guardaban aquellas paredes que nunca mas vería, cuantas miradas se habían brindado justo ahí debajo de aquella cornisa; ella giró y lo besó, como hace mucho no lo hacia, fue irónico pero aquel ultimo beso les recordó también al primero.

Él decidió esperar allí de pie, hasta que la imagen de ella empezó a desaparecer, pensó en correr y detenerla, volver a intentarlo, no importaba si fracasaba, tendrían todos los intentos que desearan para construir y reconstruir esos pasos, miradas y momentos... y entonces, oyó su corazón, totalmente en silencio y por fin lo entendió, se quedo inerte, solo, con su mejor traje, su sonrisa sincera, su cabello perfecto, sus zapatos lustrados y su alma totalmente al descubierto.


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